viernes, 12 de diciembre de 2008

Querida AMIGA

Señora mía

Pedirte, señora, quiero de mi silencio perdón,
si lo que ha sido atención le hace parecer grosero.
Y no me podrás culpar si hasta aquí mi proceder,
por ocuparse en querer,
se ha olvidado de explicar.
Que en mi amorosa pasión no fue descuido, ni mengua,
quitar el uso a la lengua por dárselo al corazón.
Ni de explicarme dejaba:
que, como la pasión mía acá en el alma te veía,
acá en el alma te hablaba.
Y en esta idea notable dichosamenta vivía,
porque en mi mano tenía el fingirte favorable.
Con traza tan peregrina vivió mi esperanza vana,
pues te pudo hacer humana concibiéndote divina.
¡Oh, cuán loca llegué a verme en tus dichosos amores,
que, aun fingidos, tus favores pudieron enloquecerme!
¡Oh, cómo, en tu sol hermoso mi ardiente afecto encendido,
por cebarse en lo lúcido,olvidó lo peligroso
!Perdona, si atrevimientofue atreverme a tu ardor puro;
que no hay sagrado seguro de culpas de pensamiento.
De esta manera engañaba la loca esperanza mía,
y dentro de mí tenía todo el bien que deseaba.
Mas ya tu precepto graverompe mi silencio mudo;
que él solamente ser pudode mi respeto la llave.
Y aunque el amar tu belleza es delito sin disculpa
castígueseme la culpa primero que la tibieza.
No quieras, pues, rigurosa,que,
estando ya declarada,
sea de veras desdichada quien fue de burlas dichosa.
Si culpas mi desacato, culpa también tu licencia;
que si es mala mi obediencia,no fue justo tu mandato.
Y si es culpable mi intento,
será mi afecto preciso,
porque es amarte un delitode que nunca me arrepiento.
Esto en mis afectos hallo,y más, que explicar no sé;
mas tú, de lo que callé,inferirás lo que callo.

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